Los años pasan, y desde luego la dieta mediterránea ha conseguido permanecer como una de las principales formas de alimentación más saludables a lo largo del tiempo. Esto se debe a la baja probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas y cáncer de quienes la han seguido y al bienestar general que promueve.
No existe una dieta mediterránea como tal, sino que lo que esta plantea es el aumento del consumo de alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, granos, frutos secos o aceite de oliva, además de los alimentos típicos de esta zona como el vino tinto y el pescado.
Descubre lo que puedes y no puedes comer con la dieta mediterránea y qué consejos debes seguir para saber utilizarla en provecho de tu salud.
¿Qué puedo y que no puedo comer con la dieta mediterránea?
La mayoría de los alimentos serán de origen vegetal, como patatas, granos integrales, judías, nueces y semillas.
También puedes comer yogur, queso, carne de aves y huevos en menor proporción. Además, deberías consumir pescado y marisco al menos dos veces por semana. Podemos comer carne roja ocasionalmente, y las grasas “buenas” si tienen el sello de aprobación.
Por otra parte, se recomienda sustituir la mantequilla o la margarina por las olivas, los aceites de oliva virgen extra, las nueces, las semillas de girasol o los aguacates. Añadir especias o hierbas para dar un toque de sabor y aroma a las comidas también está permitido.
El postre lo suelen constituir las frutas, aunque ocasionalmente podemos consumir dulces.
¿Cómo debemos seguir una dieta mediterránea?
El nivel de esfuerzo que requiere esta dieta no es muy alto, ya que este tipo de alimentación no implica muchas restricciones en cuanto a alimentos, aunque deberemos planear nuestras comidas con antelación y tener nuestros armarios repletos de aceite de oliva, tomates, pasta y atún, ya que estos son sin duda los pilares sobre los que se sostiene esta dieta.
Si queremos picar entre horas podemos echar mano de una mandarina o un puñado de nueces, ya que de este modo obtenemos buenas cantidades de micronutrientes y ácidos grasos poliinsaturados.
En lugar de sal, tendremos que sustituirla por especias, de modo que reduzcamos además el contenido en sodio de nuestra dieta. Deberemos andar con ojo con el tema del gluten, ya que al realizar una dieta alta en granos es muy posible que alguno de ellos lo contenga.
Por otra parte, aunque la dieta mediterránea no se define como una dieta baja en grasas, sí que lo es en cuanto a grasas saturadas, según indica la American Heart Association.
¿Por qué debería seguir la dieta mediterránea?
En general, si estás buscando un cambio en tu estilo de vida a largo plazo, esta es una buena forma de crear unos hábitos sólidos y sanos. Te permite ser creativo, experimentar y disfrutar de la comida que más te gusta con moderación. Además no incluye alimentos excesivamente caros.
Las investigaciones han mostrado que el estilo de vida que promueve la dieta mediterránea, basado en una alimentación sana y actividad física es la mejor prescripción para una vida sana y longeva.
Conclusión
Si estamos planeando comenzar a mejorar nuestros hábitos, la dieta mediterránea puede resultarnos una herramienta muy efectiva, a causa de la efectividad que ha demostrado tener y lo sencillo que resulta seguirla, ya que la clave que nos hará mejorar no es la rapidez con la que se produzcan los efectos de la dieta, sino la adherencia que esta nos produzca.
En caso de la dieta mediterránea, como la alimentación es flexible, sana y sencilla de seguir, la adherencia que nos generará resultará muy positiva.
Referencias
- Kara Mayer Robinson, The Mediterranean Diet, para WebMD [Revisado en diciembre de 2015].